El miedo a la muerte, a no anticiparla, o el pensar que siempre habrá un aviso que nos diga que el llamado a la eternidad está cerca, nos hace rehusarnos a otorgar testamento.
Como cada año, los notarios públicos del país echaron a andar su campaña septembrina del Mes del Testamento, la que suele ampliarse hasta el mes de octubre, en la que ofrecen la oportunidad de dictarles nuestra la última voluntad a un bajo costo.
Los reacios a la idea que hacer su testamento verán los espectaculares colocados en diversas partes de la ciudad y demás avisos, para hacer que “la Virgen les habla” un año más.
Por experiencia sé que son más las dudas que giran en torno a la idea de hacer un testamento que la negativa en sí, por eso me propongo insistir con ejemplos en lo importante que resulta en materia de protección del patrimonio hacerlo.
Recuerdo el caso de una profesora a quien hace más de diez años ayudé a resolver unos pendientes con su patrimonio, y quien siempre que me veía me decía que quería hacer su testamento, y que ya tenía su lista de sobrinos y bienes a repartir -pues nunca contrajo nupcias y tampoco tuvo hijos- pero que se sentía bien de salud y que ella me avisaba cuando estuviera en el hospital “a punto de estirar la pata” para que fuera yo a “sacarle la firma”.
Con la seriedad que me caracteriza, perdí la cuenta de las veces que le expliqué para empezar que la persona idónea para recabar esos datos sería un notario público y que no esperara a ese momento; hasta que un día comprendí que era una broma que me gastaba a modo de despedida.
Otro de los casos que recuerdo es el de un gran amigo mío dueño de una hacienda y tierras por doquier, recién liberadas de gravámenes bancarios, cuando nos reuníamos a desayunar y con la confianza y el cariño que nos tuvimos siempre le recomendé hacer su testamento, al tiempo supe que había fallecido dejando gran controversia por motivos de herencia.
Ya ni les cuento de una amistad que perdí, por decirle la verdad sobre la forma en que debía resolver la herencia de sus padres, pues pensaba que era tan fácil que lo dejó al tiempo, gran cantidad de años han transcurrido que ya los expedientes se perdieron en los archivos judiciales, y está casi despojado de lo que le corresponde por inquilinos que se han adueñado de los mismos aprovechando la pasividad del heredero, quien va de un abogado a otro buscando oír lo que desea, pero sin hacer compromiso con nadie.
Con frecuencia atiendo casos de la vida real en donde la falta de disposición del dueño sobre sus bienes, ha traído costos, costas y vueltas a sus hijos, parejas, padres, hermanos o diversos herederos y beneficiarios; ello sin contar las rupturas familiares, enemistades y conflictos que se pudieron evitar si tan solo el finado hubiera invertido en un testamento.
Qué común es también cuando el papá o la mamá ahora finados, en la cena familiar de año nuevo se pusieron sentimentales y les dijeron a sus hijos quién se quedaría con la casa, quién con el ropero, y quién con las joyas de la abuela, pero sin ponerlo por escrito.
Apenas faltó el pariente que resultaba menos beneficiado tomó el acta de defunción y sin esperar el duelo fue al juzgado a ganarles el brinco a los mencionados en aquella cena navideña para reclamar su parte de la herencia que quedó intestada. Y todo por la falta de un testamento a tiempo.
Bueno, acaso no se acuerdan de aquellas películas del cine de oro mexicano en donde vimos también a Joaquín Pardavé y Sarita García representar hasta en comedia los enredos que produce la falta de un testamento, o las cláusulas especiales con peticiones excéntricas de un millonario para beneficiar a su mascota.
Este año, para quienes aún no lo tengan, pierdan el miedo a hacer su testamento, miren a sus hijos, a sus cónyuges, a sus padres, a quienes los cuidan, a quienes los acompañan, a quienes siempre están con ustedes, y pregúntense ¿qué desean para ellos cuando ustedes falten?, ¿qué harían ellos si ustedes no estuvieran?, y si hay algo que puedan hacer para dejarlos protegidos.
La muerte no avisa; no hay edad, estatus social, económico, incluso de salud para garantía de supervivencia. Mejor haga su testamento mientras viva.
@terecarbajal