DEBO NO NIEGO; PAGO LO JUSTO
Margarita y el Consejo de Asociaciones Civiles

 

Gracias a la Doctora Margarita Soto Esparza durante casi diez años octubre fue el mes dedicado a profesionalizar a las organizaciones de la sociedad civil veracruzana, todos los sábados nos reuníamos en el recinto elegido por ella y su consejo para el desarrollo de conferencias, talleres, intercambios de experiencias, casos de éxito y demás; el único fin que perseguía aquel evento era, fortalecer a la sociedad civil organizada.

 

Margarita es una científica, bióloga, investigadora, y activista Presidenta del Consejo Estatal de Organizaciones Civiles de Veracruz, que logró reunir a cientos de líderes sociales en torno a expertos en diversos temas económicos, administrativos, de comunicación, organizacionales, contables y notariales con la finalidad de dotarlos de conocimientos y herramientas que les ayudaran a desempeñar mejor la encomienda social elegida de hacer de este mundo, un lugar mejor para vivir, un mejor lugar para todos.

 

Ella estaba convencida de hacer el bien de manera totalmente altruista, y sabía que, al procurar la profesionalización de las asociaciones, el efecto de bienestar y los resultados se multiplicarían en beneficio de más personas. Insistía en que las asociaciones civiles debían tener conocimientos sí, pero también amor por la sociedad, y sobre todo valores.

 

La doctora se relacionaba con personajes de muy alta escuela, gente verdaderamente especializada en sus temas, con ganas de ayudar, y de compartirnos su conocimiento; tan es así que no recuerdo uno solo de los ponentes que no haya compartido o enseñado en esos maratónicos sábados de octubre, algo que careciera de verdad o utilidad en nuestra lucha diaria.

 

Nos quedan los recuerdos y el agradecimiento eterno para Margarita, pues solo quienes formaron parte de su familia y círculo cercano, conocieron los grandes esfuerzos que hizo para resistir muchos años, sin recursos (económicos) en su afán de hacer el bien; empezando por sus invitados quienes hasta donde supe, todos venían a Xalapa sin cobro de honorarios, quizá apenas con los gastos del viaje y en algunos otros casos, solo por amor, respeto y ayudar a Margarita, quien siempre ha tenido una magistral forma de involucrar a los demás en sus proyectos.

Los espacios para encontrarnos eran conseguidos o prestados por patrocinadores de los eventos, en los que no faltaba el café, y los pambazos xalapeños de receta tradicional a título de donativo; para darse una idea de la tenaz doctora, logró involucrar hasta al gremio notarial en aquellos eventos, en los que llegó a obtener para los asistentes importantes descuentos en la elaboración de documentos y actas de las que muchas asociaciones civiles carecían, pues no todas tenían la dicha de contar con abogados o asesores jurídicos en sus orígenes que les dieran certeza a sus estatutos y acuerdos de asamblea.

 

Jamás perderán vigencia sus palabras, la motivación, las enseñanzas y la resistencia que aprendimos de Margarita; pues tal parece que esos ayeres nos preparaban para esta época en la que como nunca antes la sociedad civil organizada es detestada por el gobierno en turno. Pues como es bien sabido, pesa una fuerte consigna del gobierno federal y su política sobre los activistas genuinos, al tratar de impedirnos, participación e injerencia en los temas sociales en los que desde siempre hemos tenido voz, ¿será temor a que la sociedad se organice, razone los problemas sociales y sea autónoma, independiente, exigente de sus derechos y del respeto a la norma constitucional y a las leyes?

 

Aunque tampoco es nuevo, pues en tiempos aquellos del consejo estatal de organizaciones civiles, el gobierno del estado sacó de la chistera un organismo análogo que casualmente organizaba eventos en las mismas fechas, claro ese organismo sí contaba con recursos de procedencia oficial para el desempeño de sus funciones y su misión era confundir, dividir y restar las convocatorias.

 

La lucha sigue, porque las cosas no han cambiado para bien, por el contrario las pocas instituciones que fueron creadas con fines de tutela de los derechos de los ciudadanos, y que nacieron con la esencia de la autonomía, hoy son ocupadas por funcionarios serviles y sirvientes del poder, que deberían sentir vergüenza de haber en algunos casos emanado de las luchas sociales que abanderaron, y a las que hoy dieron la espalda.

 

Es evidente que vivimos retrocesos en materia de protección y tutela a nuestros derechos humanos; y la austeridad ha desmantelados las procuradurías y defensorías que últimamente nos quedaban como ventanillas de atención de los problemas que enfrentamos cotidianamente como ciudadanos.

 

Vaya nuestra gratitud y homenaje en este espacio a una mujer revolucionaria, esencial, inspiradora, luchadora vitalicia, siempre y en donde quiera que se encuentre, Margarita Soto Esparza.

 

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