DEBO NO NIEGO; PAGO LO JUSTO

Teresa Carbajal

Septiembre, mes del testamento

 

Parece mentira, pero aún al día de hoy pensar en hacer un Testamento, es pensar en el día en que nos despediremos de esta vida y de nuestros seres queridos; a ello obedece sin duda, la negativa reiterada a dejar por escrito nuestra última voluntad.

 

Septiembre nos ofrece como cada año la oportunidad de reflexionar sobre la forma en que deseamos se disponga de nuestros bienes cuando ya no estemos presentes, sobre la protección que queremos dejar a quienes necesitarán ser protegidos aún después de nuestra muerte.

 

Ello porque durante septiembre se desarrolla una jornada anual que organizan los notarios públicos de todo el país sobre el testamento, a fin de hacer accesibles los costos, y desde luego dedicar mayor tiempo y espacio a brindar asesorías a quienes deciden tomar acuerdos sobre la forma en que sus herederos habrán de gozar con seguridad jurídica de los bienes y derechos que les deban de corresponder.

 

Hacer un testamento es también, una forma de cuidar el patrimonio; es dejar tranquilidad a la familia, y sobre todo evitarles gastos, tiempo, desgaste, incluso la ruptura de los vínculos afectivos que siempre terminan dañándose cuando se enfrenta un juicio para ordenar lo que no se tuvo el tiempo, o la voluntad de disponer conforme a las leyes; parámetros con los que no se estará siempre de acuerdo. Eso aunado a los imprevistos y altos costos que tendrán que enfrentar los herederos para regularizar sus derechos.

 

Es momento de buscar entonces en estas fechas, ordenar los documentos y acudir con el notario público de nuestra elección (y de mucha confianza) pues este nos podrá asesorar sobre las dudas que se tienen en torno a la elaboración de un testamento.

 

Ejemplos de familias fracturadas por una herencia hay muchos, al grado de decir que quizá todos conocemos por lo menos un par de casos, si no es que la propia experiencia personal. Se imagina, qué tan diferente habría sido nuestra vida si la abuela, el papá, o el tío hubieran dejado dispuesto con firmeza su última decisión, sobre lo que hacer ante su ausencia, esa que siempre salía a relucir en las fiestas o reuniones familiares, promesas que jamás se cumplieron y juramentos de hermanos que tampoco se respetaron.

 

En fin, de la muerte no se vuelve, no se regresa a enmendar los errores, por eso es tan importante dedicar estas líneas a dar tres puntos importantes sobre el asunto, primero, que nadie puede hacer por Usted el Testamento, por eso se considera un trámite personal (y secreto) que no es dado a conocer a los herederos hasta el momento de la ausencia, quizá esta sea una de las mayores dudas sobre el mismo, si sus familiares (beneficiarios o excluidos) se enterarán de esa última voluntad.

 

También que es un acto de libertad, porque cada quien decide a quién o quienes heredar y bajo qué condiciones lo hará, y desde luego el momento en el que puede hacerse, no hay una fecha, no hay un plazo, no hay una vigencia, eso sí; hay que estar vivo para firmarlo.

 

Por último, es un error pensar que una vez que se haga el testamento ya no se podrá cambiar, porque el testamento es revocable, puede hacerse y cambiarse cuantas veces se desea, si es que llega a cambiar la decisión sobre a quién dejar como heredero, pues la vida y las circunstancias no son inmutables y nuestras propias necesidades son siempre cambiantes.

 

También se puede disponer sobre bienes o derechos futuros, y también sobre hijos futuros o acreedores alimentarios. Así que ya no le piense tanto, y aproveche este dos mil veintidós la oportunidad que le da septiembre para ahorrar un poco, y dejar ese regalo a sus seres queridos que le agradecerán el haber tomado las previsiones necesarias para darles tranquilidad y seguridad, en lugar de un caos.

 

Por cierto que otra duda constante es si se puede heredar algún bien que esté hipotecado o cuando se tienen adeudos, la respuesta es sí, también en ese caso se podrá hacer y desde luego que todo aquello que abone a la tranquilidad de nuestra familia no será un esfuerzo en vano, ni una gasto inútil, por el contrario es una inversión.

 

 

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